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15/06/2018 0 comentarios

La belleza cálida de Málaga

Playas infinitas por las que pasear, calas escondidas, pueblos blancos que aparecen como un espejismo en mitad de la montaña, sitios históricos con siglos de cultura, tardes de compras, noches de cócteles junto al mar, temperaturas agradables todo el año y gente alegre y acogedora que te hace sentir como en casa. Estos son los ingredientes principales de esta zona de Andalucía en la que la montaña y el Mediterráneo se combinan para crear paisajes idílicos. Tierra de nacimiento de genios como Picasso, merece la pena descubrir la renovada ciudad de Málaga, explorar la cultura local de los pueblos cercanos o dejar que el paladar disfrute en restaurantes exclusivos.

Un recorrido por la costa

En una ruta en coche de alrededor de 180 kilómetros, es posible ir conociendo con tranquilidad algunos de los lugares más bonitos de la zona de costa. Una parada imprescindible es la capital, Málaga, que en los últimos años ha apostado tan fuerte por la cultura que, además de la Ruta Picasso (el pintor nació aquí), ofrece una interesante variedad de museos: Centre Pompidou, Museo Carmen Thyssen, Colección del Museo Ruso…

Es agradable pasear por esta ciudad cada vez más de moda y descubrir cómo la Alcazaba, el Castillo de Gibralfaro o la Catedral se mezclan con barrios alternativos de arte urbano como el Soho, con terrazas donde tomar un brunch o con calles como la Larios para amantes de las compras.

Otros lugares turísticos de costa con playas en las que relajarse son Nerja, Torremolinos, Benalmádena, Fuengirola, Estepona o Marbella. Esta última localidad y el cercano Puerto Banús son ideales para encontrar tiendas de firmas de alta costura, prestigiosos restaurantes como los del chef Dani García y beach clubs en los que tumbarse en una cama balinesa a ver el atardecer. Y el viajero que busque renovarse o desconectar, puede optar por alojamientos de lujo con programas de nutrición o por alquilar una embarcación en cualquiera de los puertos deportivos.

Slow travel por el interior

La Costa del Sol enamora con sus acantilados, playas y calas y también sorprende al viajero con un bellísimo interior donde aguardan pueblos de casitas blancas con calles de trazado árabe adornadas con flores y que conservan tradiciones con siglos de antigüedad. Se levantan en mitad de la sierra y conocerlos significa desconexión total en plena naturaleza. Entre los más bonitos están, por ejemplo, Frigiliana y su encantador casco antiguo, Antequera y sus impresionantes dólmenes prehistóricos o Ronda y su mítico puente sobre un acantilado que ya enamoró en su día a figuras como Hemingway, Orson Welles (cuyas cenizas se enterraron aquí) o Rilke. Además de conocer estos pueblos, merece la pena visitar alguna de las bodegas de la zona y apuntarse a una cata, perderse por los paisajes del sendero del Caminito del Rey o de parques naturales como el de Sierra de las Nieves o Sierra de Grazalema, alojarse en algún tradicional cortijo andaluz con siglos de antigüedad o en una casa rural que ofrezca masajes y terapias naturales, relajarse en balnearios históricos como el de Tolox o las Thermas de Carratraca y, por supuesto, saborear la cocina local de un inconfundible sabor rural.